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Viñedo alrededor de nuestra bodega de La Granada
Viñedo alrededor de nuestra bodega de La Granada.

Con la llegada del mes de marzo, las precipitaciones se convierten en un elemento clave para la viña. Después del reposo invernal, la vid se prepara para iniciar un nuevo ciclo vegetativo, y la lluvia juega un papel fundamental en este proceso. Pero, ¿cómo afecta exactamente la lluvia de marzo a la viña?


1. Rehidratación del suelo y reservas de agua

Las lluvias de marzo son esenciales para recargar las reservas hídricas del suelo, especialmente después de un invierno seco. Estas precipitaciones permiten que el agua se infiltre lentamente, llegando a las raíces profundas de la vid y asegurando una hidratación adecuada. Un buen nivel de humedad en el suelo es esencial para un crecimiento armonioso durante la primavera.


2. Activación del ciclo vegetativo

A medida que las temperaturas comienzan a aumentar, la lluvia contribuye a la activación de la circulación de la savia dentro de los viñedos. Este fenómeno marca el inicio del desborre, es decir, la brotación de las yemas, que darán lugar a los primeros sarmientos y hojas de la temporada. Un aporte hídrico equilibrado en este momento ayuda a garantizar una brotación homogénea y vigorosa.


3. Beneficios y riesgos para la sanidad de la viña

La lluvia no solo aporta humedad al suelo, sino que también limpia la superficie foliar de las vides, eliminando polvo y posibles patógenos. Sin embargo, una humedad excesiva combinada con temperaturas suaves puede aumentar el riesgo de desarrollo de hongos como el mildiu o la botrytis. Por este motivo, es crucial una gestión cuidadosa de la cubierta vegetal y una correcta ventilación entre las cepas para evitar acumulaciones de humedad.


4. Regulación térmica y protección contra heladas

Durante la primavera, uno de los grandes peligros para la viña son las heladas tardías. El agua presente en el suelo después de las precipitaciones puede actuar como un regulador térmico, liberando calor de manera progresiva durante la noche y reduciendo el riesgo de temperaturas extremas que podrían dañar los brotes jóvenes.


Un equilibrio esencial

En definitiva, la lluvia de marzo es un factor determinante para el buen desarrollo de la viña. Si las precipitaciones se producen en cantidades moderadas, ayudan a preparar el terreno para una campaña vitivinícola equilibrada y de calidad. Como siempre, la naturaleza marca el ritmo, y la viña debe adaptarse a cada circunstancia para ofrecernos el mejor fruto.


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