“Hay que vivir del trabajo de nuestras manos”, decían los monjes cistercienses de la abadía de Val-Dieu mientras elaboraban su cerveza. Hoy, 700 años más tarde, recuperamos su legado y mantenemos la filosofía que la vio nacer: el trabajo artesanal. Una peculiaridad que, junto a su segunda fermentación en botella y al uso de agua de manantial y maltas tostadas, nos permite disfrutar de una cerveza actual con un intenso cuerpo y sabor prolongado.