Tras el frenesí de la vendimia, el mosto flor fermenta en la quietud de la bodega. Un reposo que termina el día de San Martín, cuando se degusta por primera vez este vino novel. Un canto al paisaje, a la tierra y a su gente. Aromas a uva, flores y alegría en un vino ideal para cualquier momento. La bienvenida fresca y sincera a una nueva cosecha.