¡Y por fin el fruto!
A finales de agosto, y hasta bien entrado octubre, celebramos la vendimia, el momento culminante de todo un año de trabajo en la viña. Un ritual atávico que, año tras año, llena el aire de fragantes aromas a mosto (y la carretera de una deshilachada columna de tractores bien cargados de uva).
Después de decidir el momento óptimo de la cosecha a partir de los controles de maduración, debemos tener en cuenta otros factores externos como las previsiones meteorológicas, el nivel de sanidad de la uva o la logística (personal y maquinaria). Una buena organización y previsión es fundamental para asegurar la máxima calidad del fruto.
Y, por último, decidir si la vendimia se realizará de forma manual o mecanizada. Cada método tiene sus ventajas e inconvenientes. La vendimia manual respeta más la uva y la vid, y nos permite descartar los racimos en mal estado. Como contrapartida, resulta mucho más cara. La vendimia mecanizada, en cambio, es más económica y rápida pero también recoge alguna hoja y rama en la carga. Para realizar la vendimia mecanizada, las vides deben estar en conducción en espaldera mientras que la manual puedes ser en vaso o espaldera. En zonas de difícil acceso, como el Priorat, solo es posible la vendimia manual. Dependiendo del producto a elaborar y del tiempo disponible, se escogerá una o la otra, siempre garantizando el mejor resultado en la mesa de nuestros clientes.
