Risto Mejide Roldán (Barcelona, 1974) es un reconocido publicista y presentador televisivo, famoso por su exigencia como jurado de numerosos concursos de talentos. La reconocida periodista Elisenda Camps conversa con él en el Claris Hotel & Spa 5*GL Barcelona sobre su relación con el vino, nuestro modelo de negocio y el futuro del sector. ¿Tendremos la aprobación de Risto?
El vino suele ser la compañía habitual en conversaciones relajadas que abren la puerta a intimidades. ¿Crees que se podría hacer un programa de entrevistas usando el vino como excusa, en vez del sofá chéster, por ejemplo?
Pues lo vería muy bien. Hay una cosa que la gente no sabe y es que “Viajando con Chester”, el programa televisivo, se concibió tomando una copa de vino. Me acuerdo de que estaba con el productor y me dijo —Quiero hacer un programa de entrevistas, pero no lo veo con el formato tradicional. Lo veo diferente. Me lo imagino en un sofá chéster—. Y de allí salió el programa. ¡Fíjate hasta qué punto el vino ha condicionado el formato del programa! Con este productor hemos compartido otros momentos parecidos y han salido más programas, como por ejemplo “Todo es mentira”. No sé quién dijo una vez que ninguna buena historia empieza tomándose un buen brócoli. Con todo el respeto para el brócoli, ¡que es muy sano!
¿Cuáles son tus primeros recuerdos relacionados con el vino?
Con mi abuelo materno. Antes los abuelos hacían cosas que hoy estarían prohibidas, casi con la cárcel. Pero cuando yo era pequeño, los abuelos tenían ciertas licencias. Yo recuerdo al mío en una sobremesa en un restaurante, con toda mi familia haciendo tertulia, y me debió ver aburrido y me dijo — ¡Ven para acá! —. Me sentó en su regazo y me dejó probar el vino por primera vez. ¡Y yo era menor de edad! En esa época, los abuelos hacían esas cosas. Ahora sería motivo para quitarte la patria potestad. Pero es verdad que te descubrían cosas “prohibidas” y eso era maravilloso.
¿Cuál es tu relación con el vino actualmente? ¿Eres de los que siempre tiene una botella en la nevera por si acaso? ¿O solo bebes en ocasiones especiales?
Soy muy “disfrutón”. Me encantan las buenas sobremesas e igual viene por lo de mi abuelo. Soy más de quedar con mis amigos, comer bien y pasar toda la tarde arreglando el mundo que de ir a un local donde la música no te deja hablar. Y en esas comidas no puede faltar nunca un buen vino. En casa tengo una bodega que me gusta ir nutriendo de cosas conocidas y desconocidas: un 80 % conocido y un 20 % que siempre me gusta experimentar. Por suerte, tengo un sumiller de confianza que conoce a la perfección mis gustos. Cada cierto tiempo le digo un presupuesto y el me trae lo que quiere a casa. Tener un prescriptor, alguien que conoce tus gustos, como eres, y que sepa lo que te va a gustar, es fantástico. En cualquier sector. En vinos, en libros... ¡Un 80 % de las veces sabes que tiras a sota, caballo y rey!
Algunos platos mejoran con un buen vino. ¿Ocurre lo mismo con las personas?
¡Uf! Es una pregunta muy amplia y complicada. El vino es un producto vivo, no es lo mismo este año que el año que viene, va evolucionando, va cambiando. No es lo mismo si lo abres ahora y lo dejas un rato, que si te lo tomas solo al abrir. También cambia una vez abierto. Creo que con las personas pasa lo mismo, también cambiamos una vez abiertas.
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