Detenerse para llegar más lejos
Después de la floración y el cuajado, las uvas pasan por la fase de crecimiento herbáceo, un período de 50 días en que el grano crece relativamente rápido. En esta fase, el grano está muy verde, duro, con altas cantidades de clorofila y realiza la fotosíntesis. También acumula muchos ácidos y, solo al final, empieza a almacenar pequeñas cantidades de azúcares.
Antes del envero, entre finales de julio y principios de agosto, tiene lugar la parada de crecimiento de las uvas y de la planta. Este fenómeno se produce debido a dos factores. Por un lado, al déficit hídrico de la planta (julio es el mes menos lluvioso del año). Por el otro, a la presencia del ácido abscísico, la hormona encargada de inhibir el crecimiento. Hasta este momento, todas las hojas se comportan como sumideros, es decir, consumen energía de las reservas de la planta en vez de generarla. A partir de este momento, las hojas tendrán un balance positivo y parte de los productos fotosintetizados se utilizarán en la maduración de la uva. El resto se almacenará como reserva en la cepa para asegurar la brotación al año siguiente.