Nuestro particular homenaje a la tradición vinícola de los monjes de las abadías castellanas, responsables de preservar el cultivo de la vid durante más de 10 siglos y de elaborar vinos que expresaran el sabor y aromas de una tierra cruda e inabarcable. Todo un ejemplo de perseverancia en el arte de concebir el vino como símbolo de hospitalidad, paz y espiritualidad.