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La floración de la vid
La floración de la vid.

A finales de primavera, cuando la temperatura supera los 16º C, tiene lugar la floración, uno de los momentos más importantes del ciclo de la vid y que marcará profundamente el volumen de la futura cosecha.


La flor de la vid

La flor de la vid es muy pequeña y poco vistosa. Es un brote fructífero que, por lo general, produce de uno a tres racimos de flores o inflorescencias. Cada racimo puede contener varios cientos de flores, todas ellas sin pétalos visibles. Los pétalos se encuentran fundidos en una estructura verde denominada caliptra, o corola, que bloquea los órganos reproductores de la flor. En la floración la caliptra, o corola, se desprende de la flor y deja los órganos reproductores masculino y femenino al descubierto.

Cada flor se compone de un pistilo (órgano femenino) y cinco estambres; cada uno con una antera en la punta (órgano masculino). Las anteras producen unos pequeños granos de polen amarillo que contienen los espermatozoides. La vid silvestre es masculina o femenina y necesita de su contrario para reproducirse. En cambio, la vid cultivada por el hombre tiene flores hermafroditas y se reproduce por si sola.


Partes de la flor de la vid
Partes de la flor de la vid.

La floración dura de una a tres semanas, dependiendo de las condiciones climáticas. Empieza a finales de mayo y termina a principios de junio. En este tiempo el polen cae sobre el estigma del pistilo y, gracias al líquido azucarado que segrega, germina los óvulos, que crecen rápidamente y constituyen los granos de uva. Esta transformación de flor en fruto se conoce como cuajado.

Pero no todas las flores hacen fruto. Muchas veces ocurre el llamado corrimiento de la flor, es decir, una mala fecundación de los racimos. Entre las causas más usuales del corrimiento de la flor se encuentran los problemas de polinización, la irregularidad en la distribución de los azúcares en las flores, una carencia o exceso de nutrientes en el suelo (falta de boro, hierro o exceso de nitrógeno) o las malas condiciones climáticas (exceso de lluvias o heladas tardías). Hay determinadas variedades muy sensibles al tiempo, como por ejemplo la garnacha. En cambio, otras como el tempranillo casi no le afectan.

Superada esta fase, el grano de la uva empieza a crecer hasta adquirir su tamaño final.


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