Temporada de poda en el Penedès: el arte de esculpir el futuro del viñedo

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Nido en un cepa de la Teuleria dels Àlbers
Nido en un cepa de La Teuleria dels Àlbers.

Esculpiendo el futuro

Después de las merecidas fiestas navideñas, la viña nos reclama de nuevo: llega la temporada de poda. En esta época del año, el equilibrio entre tradición y conocimiento del territorio es esencial para tomar las decisiones adecuadas. Comenzamos por las cepas de las fincas que no presentan requerimientos especiales y, a medida que avanza el invierno, nos centramos en los viñedos más tempranos y situados en zonas más cálidas, con el objetivo de retrasar ligeramente su ciclo. Las últimas parcelas en podarse, ya en marzo, son aquellas ubicadas en zonas bajas y laderas donde el riesgo de heladas primaverales es más alto; en estos casos, retrasar la brotación un par de semanas puede ser decisivo para garantizar una cosecha estable.

Con los años, la gestión de los restos de poda también ha ido evolucionando. En algunas fincas, pasamos la picadora para triturar los sarmientos y reincorporar la materia orgánica a la tierra. Este proceso tiene varias ventajas: en primer lugar, permite mantener la fertilidad del suelo de manera natural, devolviendo los nutrientes presentes en la madera y contribuyendo así a mejorar su estructura y capacidad de retención de agua. Además, la trituración de los sarmientos ayuda a reducir la erosión del terreno y favorece la actividad de la microbiota del suelo, esencial para la salud del viñedo. Solo en casos excepcionales se recurre a su quema controlada dentro de la misma finca.

La poda es, sin duda, una de las tareas más apreciadas por los viticultores del Penedès. No solo por el ritmo pausado y la calma que se respira en la viña durante los meses de invierno, sino también por la profunda conexión con la planta. Cada corte es una decisión pensada a largo plazo, una forma de modelar la estructura de la vid con una visión que trasciende la añada: poda tras poda, la planta se transforma, adquiriendo su forma definitiva a lo largo de las décadas.

Al igual que el vino, la viña es un acto de confianza en el futuro. El trabajo que realizamos hoy no se ve inmediatamente, sino que se manifiesta con el tiempo, con la evolución de la planta y de los vinos que nacerán de ella. Es un legado que se transmite de generación en generación, una expresión tangible del paso del tiempo y del compromiso con la tierra. En el Penedès, cada poda es también un homenaje a quienes nos precedieron y una promesa para quienes vendrán.

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