
El largo camino hacia el equilibrio y la madurez de la uva
Esta semana hemos realizado trabajos de suelo en la Teuleria dels Àlbers, a pocos kilómetros de la bodega, en un viñedo de parellada plantado hace un año. En este joven viñedo, cada decisión es clave. En esta primera etapa, las cepas aún tienen un sistema radicular incipiente, y cualquier competencia por el agua y los nutrientes puede afectar su desarrollo.
Los suelos arcillocalcáreos de esta finca tienen una gran capacidad de retención de agua, pero también pueden compactarse con el tiempo. Por ello, en estos días hemos llevado a cabo una labor fundamental: hemos removido la tierra con una arada de discos, trabajando a una profundidad intermedia entre el arado convencional y el paso de la fresa. El objetivo es claro: eliminar las hierbas que podrían competir con las jóvenes raíces de las cepas y, al mismo tiempo, favorecer una mejor estructura del suelo.



Este trabajo tiene múltiples beneficios. Por un lado, airea la tierra y mejora su permeabilidad, facilitando que el agua y los nutrientes lleguen con mayor eficacia a las raíces. Por otro, evita que las plantas adventicias se conviertan en una amenaza para el viñedo, permitiendo que las cepas jóvenes se desarrollen sin competencia.
Cada viñedo tiene su propia historia y, en este caso, la de la parellada en la Granada comienza con atención y paciencia. Este es solo el primer paso de un largo camino hacia el equilibrio y la madurez de este nuevo viñedo. Porque un gran vino comienza mucho antes de la vendimia: nace de un suelo bien cuidado y de una cepa que crece en armonía con su entorno.